4ª sesión


Actividades

1) Lee "El soneto número XIII" de Garcilaso de la Vega y descubre a que mito griego pertenece y desarróllalo. Especifica el momento o momentos que creas que representa el poema.



Soneto XIII

A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraba;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que el oro escurecían.

De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros, que aún bullendo estaban:
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.

Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol que con lágrimas regaba.

¡Oh miserable estado! ¡oh mal tamaño!
¡Que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón porque lloraba!



2) Lee "La Sátira filosófica en redondillas" de sor Juana Inés de la cruz manteniendo una visión crítica y compara ese ideal femenino barroco que la poetisa critica, con el ideal femenino que tienen los jóvenes de hoy. Para ello, debes recurrir a la bibliografía suscrita en el blog, así como al libro de Elías Rivers, en donde existe una breve introducción biográfica y contextual de la autora, este libro estará a disposición de todo aquel que lo solicite a la profesora. Después, forma un grupo de cinco personas y escribid una poesía en la que se critique o se muestre de manera similar, la visión actual del ideal femenino. También se puede realizar una poesía con el criterio contrario, es decir, la visión del ideal masculino. Una vez escrita la poesía se recitará en clase.



Sátira filosófica en redondillas

Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión 
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
Queréis con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
en la posesión Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?
Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.
Opinión, ninguna gana;
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
si os admite, es liviana.
Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por facil culpáis.
¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es facil, enfada?
Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejáos en hora buena.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada
o el que ruega de caído?
¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?
Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual la hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.

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